30 sept 2011

La generación que viene haciendo ruido detrás


La consagración de un proyecto. Eso fue la victoria de la selección argentina de básquetbol por 80 a 75 sobre su eterno rival sudamericano, Brasil, en el Preolímpico clasificatorio para Londres 2012. Volvieron a festejar en este certamen como lo hicieron en Neuquén en el 2001. La localía les sienta bien. Es que no sólo los impulsa el aliento en los estadios; cada ciudad que late con el básquet se revolucionó y ellos sí que saben hacer ruido... 

“Me junté a ver todos los partidos con los chicos del equipo, gritábamos tan fuerte que los vecinos venían a quejarse, je”, revela Nicolás Cabana, alero de River. 

Relata que se le aceleró el corazón y que rompió sus cuerdas vocales en la semifinal contra Puerto Rico, aquella que entregó la clasificación con la respiración retenida hasta el final y que contra Brasil no podía dejar de mover su pierna por los nervios. Tímido, confiesa que cuando vio la consagración se le llenaron los ojos de lágrimas. 


“Este campeonato fue uno de los que más disfruté”, confiesa el jugador de 22 años. Sostiene que pudo ver durante todo el torneo la misma pasión y el idéntico disfrute por el juego en equipo que había presenciado en los entrenamientos en el gimnasio de la UADE, en Buenos Aires, previos al inicio del torneo Preolímpico en Mar del Plata. “Fue la única vez que me gustó estar en la facultad”, chicanea Nico, estudiante de segundo año de Administración de Empresas en esa Universidad. 

Nico rememora emocionado: “Yo, que los vi entrenarse, te lo puedo decir, lo confirmé. Esos tipos son unos animales”. Mientras habla con las manos guardadas en los bolsillos de su pantalón, no puede dejar de mover sus piernas. Se balancea de un lado a otro al igual que su mirada, que pareciera viajar con él en cada rememoración. 

Comenzó a jugar a los doce años en San Fernando, arrastrado por el comentario de todas las señoras del barrio que profesaban: “Con tu altura, deberías jugar al básquet”. Pasó por Harrod's y hace dos años viste la camiseta de la banda. 

Como la Generación Dorada, hace diez años que pica la pelota naranja. Una camada nueva inspirada por la gloria de una década inninterrumpida de logros deportivos que tiene como estandarte la entrega, el sacrificio y amor por el juego. Lo soñó León Najnudel, inspiró a los olímpicos y ahora ellos hacen soñar a otros cuantos locos por el aro.

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