Albacete y Agulla enfrentando a Rumania |
A metros del in-goal. El santiagueño Juan Manuel Leguizamón no quita su mirada feroz del objetivo. Van nueve minutos del partido. La ovalada, bien apretada entre su cuerpo y su brazo. No permite que un rumano le corte su camino. Lo pechea y apoya la pelota sobre el césped del Rugby Park Stadium. Aquel topetazo deja gritos de sorpresa en todo Invercargill y en la casa de los Finkelstein se festeja al igual que los cinco puntos.
Casi pálido de piel, con mechas amarillas que encuadran su rostro, de estatura mediana y contextura morruda, Mariano Finkesltein es un rubio que bien podría pasar por europeo, aunque su pasión por la selección de rugby lo desmiente rapidamente. Tiene 22 años, estudia Periodismo en la Universidad del Salvador y juega en el primer equipo del Club Ciudad de Buenos Aires Admite que en cada cita de Los Pumas en la madrugada argentina, sus niveles de nerviosismo llegan a límites que ni él conocía. “Por eso me gusta estar con gente que entienda de rugby y su reglamento cuando los veo. Me junto con mi viejo o con mis amigos del club”, confiesa.
Comenzó a jugar en 1997, cuando tenía siete años, en Sociedad Hebraica, donde su papá era coordinador general. Tres años más tarde, se calzó por primera vez la camiseta que defiende hasta hoy, la del Club Ciudad de Buenos Aires, donde había jugado su papá. Para él, el rugby es un equilibrio personal que le sirve para descargar. “Me divierto, la paso bien. Tiene cosas muy importantes”.
Aunque a veces alterna como medio scrum y puede desempeñarse como fullback, su puesto original es el de apertura. Hace doce años que juega con la celeste en ese puesto, con la cinta de capitán en el brazo. Tiene como referentes a Felipe Contepomi y a Juan Martín Hernández. “Es muy interesante ver jugar a Contepomi. Es una lástima que Hernández no esté. Yo los veo mucho para imitar lo que hacen. Otro al que me gusta ver es Marcelo Bosch, va a ser una sorpresa en el Mundial, es muy habilidoso”, augura el rubio.
El partido contra Rumania dejó la victoria nacional por 43 a 8. “En el prode había puesto que ganábamos por 45 a 10. Le pifié por poco”, se lamenta, risueño, Mariano. Le tiene mucha fe al seleccionado y su análisis es muy optimista: “Creo que pasamos a cuartos y seguramente enfrentemos a Nueva Zelanda. Va a ser difícil, pero si les ganamos, somos campeones”.
Se juega en Nueva Zelanda, pero la pasión por el rugby viaja transoceánicamente. Se siente en cada hogar aficionado a la ovalada. Argentina también late con el fanatismo Puma.